miércoles, 13 de febrero de 2013

Capítulo 1



Año 2102…

Un guapo hombre de 40 años llega a un hospital. Se le ve triste pero a la vez resignado. Una mujer de treinta tantos se le pone en medio.

--¿qué haces aquí, Luis? Ya te he dicho que no vas a ver a mi tía.

Luis se muestra desesperado.

--Ana, no seas así. Sé que sólo tú visitas a Cielo. Yo quiero hablar con ella, no creo que nunca más se vaya a despertar.

Unas lágrimas se asoman por las mejillas de Luis y eso atormenta a la mujer. Lo mira con odio.

--¡No tienes derecho a estar aquí¡

Luis está decidido a suplicar.

--Estoy seguro que a tu tía le hará bien mi visita.

Ana habla con mucho dolor.

--¡Mi tía te odiaba por todo lo que me has hecho¡

A Luis le duele mucho pensar en esa posibilidad. Ana no le deja seguir.

--¡y ahora no vayas a hacerte la víctima, no te tomaste en serio a ninguna mujer así que no pidas compresión¡

Luis no entiende porque Ana siempre le reclama su pasado.

--sé que ha habido muchas pero…

--Tantas que no creo que recuerdes si fui la primera… --le interrumpe ella.

--Si… bueno… creo –dice dudoso.

Y esa duda enciende el odio de ella.

--Eres capaz de imaginar cosa… me hiciste creer que eras virgen para acostarte conmigo

Ella le mira con mucho odio. Un odio que a él lo lastima, un odio que indica que el tiempo no han borrado las heridas.

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Año 1990…

Unos jóvenes Ana y Luis están juntos paseando por la calle. Se muestra coqueto.

--No seas así. Venga, que hoy es mi cumpleaños. Será el mejor regalo que me han hecho en la vida.

--Pero es que hacer el amor no es cualquier tontería.

A la chica le gusta mucho Luis pero sabe que él sólo quiere sexo pero es muy guapo y cuesta resistirse a sus persistentes ganas de sexo. La chica va diciendo que no pero no sabe por cuánto tiempo podrá evitar.

--Si, venga que no se puede ser virgen a nuestra edad.

--¡Yo sólo tengo 14 años, mi mamá me dice que aún no estoy preparada¡

El chico sonríe y eso la derrite a ella.

--¡pero todo el mundo se va a reír de mí si con 18 años sigo siendo virgen¡

A la chica se le van acabando los argumentos.

--pero es que, Luis, no es fácil lo que me pides.

Luis le guiña el ojo, le acaricia la mejilla:

--Es que tú eres mi amiga. Sólo te lo puedo pedir a ti. No me obligues a que mi primera vez sea con una guarra cualquiera que me pueda pegar algo. Somos amigos, podemos aprender juntos. Alguno tiene que ser el primero ¿y porqué no yo?

Luis sabe que a su amiga le gusta. Él no quiere una novia, no quiere engañarla, no quiere jugar con sus sentimientos. Usa su sonrisa, sabe que esa arma nunca le falla.

--pero ¿y si me quedo embarazada?

Luis pone cara de bueno pero con disimulo alza el puño en señal de triunfo. Conoce a su amiga, sabe que ya la tiene convencida.

--No, mira lo que tengo.

Luis saca un preservativo de su bolsillo trasero y ella se sofoca.

--guarda eso ¿qué van a pensar de mí?

Ella lo esconde con su mano. Sentir el tacto de él la calienta.

--pero que nadie se entere –suplica ella.

--si claro.

Luis se la lleva a casa de su abuela porque vive más cerca y sabe que no hay nadie. Ella está asustada.

--Luis, yo…

Él le pone las manos en la boca para que no hable y la besa. Ella pierde el mundo de vista y cuando se da cuenta ella y Luis están los dos desnudos en la cama. Luis se clava en ella. Es torpe y a ella le duele pero para él son los cinco minutos más alucinantes de su vida. Se queda con una sonrisa en los labios y se fuma un cigarro. Ella lo acaricia pero él se aparta de ella. Ella lo nota diferente como si él ya no la viera con los mismos ojos como si ya no le interesara.



A las ocho y media de la noche, Luis acaba su jornada laboral. Está cansado. Luis es el único chico del bar en el que trabaja y hace las delicias de sus compañeras. Todas suspiran por él. Luis lo sabe, le gusta sentirse deseado. Después de su turno de tarde, va hacia el almacén al cambiarse. Lo hace sacándose la camisa. Entra en el cuarto en el que se cambia con la camisa en la mano. Sus compañeras apenas lo ven un segundo y principalmente de espaldas. Eso causa un fuerte en las chicas. A todas las encanta la presencia de ese chico y están pendientes de ese momento. Siempre hay alguna que hace que se equivoca para verlo en calzoncillos. Luis siente la atracción, el deseo de sus compañeras y eso le gusta. Le gusta sentirse atractivo, sentirse deseado, sentir que todas se quieren acostar con él para olvidar que su corazón está herido por una mujer que no quiere saber de él. Luis en bóxers, se muestra seductor ante esa chica que se muere por él. Está totalmente en calzoncillos cuando irrumpe la chica que ha estado con él todo el día.

--ah, perdona. No sabía que estabas aquí.

La chica hace que se sofoca pero en realidad lo que quería era ver a su guapo compañero de trabajo medio desnudo. Es algo impresionante, Luis es irresistible. A Luis le gusta que la chica lo vea desnudo.

--Tranquila, pasa. No me molestas.

Luis se queda un buen rato en calzoncillos. La chica hace que busca algo pero Luis sabe que lo único que busca es lo que él tiene entre sus piernas. Se muestra seductor.

--¿quieres que vayamos a tomar algo? Conozco un sitio muy bonito.

--si claro.

La chica está ardiendo. Le gusta ver a Luis abrochándose los pantalones. Está muy excitada. Está deseando quitarle de nuevo esa ropa. Luis la lleva a viejo garaje
--¿tomamos una cervezas en el bar?

Ella hace que sí pero en realidad no puede más. Lo besa. Luis es demasiado guapo y a él le gusta ser irresistible. Van directos a unos sacos y fornican como bestias. Ambos se disfrutan mucho. A Luis le gusta que las chicas lo usen como un objeto sexual. Le encanta el sexo, le gusta divertirse y que se la pasen bien con él. Luis está contento aunque en el fondo de su alma está vacío. Cambiaría todas las chicas que desean meterlo en su cama por el amor de Cielo.

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