jueves, 14 de febrero de 2013

Capitulo 20



año 1993

Cielo está totalmente de negro. Muy triste frente a dos tumbas que están llenas de flores. Se acaba de celebrar el entierro, la gente está abandonando el lugar. La mujer está tan llena de dolor como de remordimientos. Se sentía segura teniendo la fecha de la boda encima (porque así alejaba a Luis de ella) pero a la vez a medida que se iba acercando la fecha menos le apetecía casarse y más iba pensando en Luis. Muchas veces pensó que le gustaría que pasara algo que le impidiera casarse pero que sin que Luis pudiera sospechar que esa boda no es más que un camuflaje para no tener que aceptar que está loca por él. Cielo está muy triste, no deja de llorar.

--papá, mamá… perdonadme.. Ahora tengo la excusa para no casarme pero yo nunca esperé una tragedia tan espantosa.

No se da cuenta que alguien se está acercando. Va vestido de una forma muy sencilla, jeans y camisa blanca. Él pone su mano en los hombros de ella.

--Te dije que quería estar sola, Camilo.

--No soy Camilo.

La voz de Luis suena algo tensa, nervioso pero muy dulce. Luis está a la expectativa porque no sabe cómo va a reaccionar la mujer. Cielo no quiere ver a nadie pero la voz de Luis es un bálsamo, una caricia a su atormentada alma. No piensa en nada. Cielo se gira y se lanza en sus brazos del guapo novio de su sobrina. Ambos necesitan ese abrazo. Luis lleva tantos años deseando estar así con su ama que siente un nudo en el estómago. No puede evitar llorar. Llora, llora de felicidad porque está su cuerpo pegado al de su amada pero también llora de tristeza porque no soporta ver a su amada tan mal. Luis habla con una voz tan dulce que reconforma a la mujer. Cielo nunca pensó que Luis pudiera ser tan dulce, siempre pensó que sólo servía para el sexo. Los dos se quedan fundidos en un cálido abrazo, en silencio, por unos segundos. Ambos lo sienten muy rico, les gusta estar así. Luis acaricia los cabellos de la mujer, Su aliento embriaga a Cielo y anestesia su dolor. Está seguro que esa tragedia suspende la boda de su amada y eso es algo que le duele. Durante las últimas semanas ha estado deseando que pasara algo que hiciera que su amada no se casara y ahora se siente responsable de esa desgracia. No sabe qué decir. No cree poder encontrar las palabras justas para darle consuelo. No sabe que Cielo no necesita de sus palabras, que le basta con que está ahí.

--de veras que lo siento, lo siento mucho –dice él.

Tiene a la mujer aferrada a su torso. Se le escapa una lágrima pero no por los difuntos sino por la tristeza de ella. Cielo está descubriendo en Luis una sensibilidad que creía que no podía sentir, porque la mirada dolida del día de su compromiso prefirió creer que fue una casualidad.

--no pensé que vinieras, como Ana no ha querido venir.

--Este accidente ha sido muy inesperado, perder a sus abuelos de golpe. Ha sido muy duro. Yo he querido venir para mostrarte mis respectos.

Cielo está muy triste, le reconforta la presencia del chico pero igual no puede dejar de llorar. Luis acaricia las lágrimas de su amada con mucha ternura.

--no soporto verte llorar.

Ambos se estremecen. Luis nunca había tenido a Cielo tan cerca. Le está acariciando las mejillas, la ve tan frágil. Su boca está tan cerca de él. No se puede resistir. Cierra los ojos. La besa. Es un leve beso en los labios pero ambos lo sienten como el más rico de toda su vida. Cielo cierra los ojos y se deja llevar. Responde a ese beso. Entonces Luis la aprieta con ganas. La devora con sus labios. Ambos se disfrutan, para ambos es el primer día del resto de sus vidas. Sus pieles, sus almas, todo les tiembla. Es un beso de puro amor, el primero para Luis. Es un beso que les llama, es un beso que los atraviesa, que inunda sus cuerpos. Ambos lloran ahora porque son felices, estar besándose los llena de felicidad. Ese beso se ha convertido en un oasis para Cielo y Luis está viviendo el momento más importante de su vida, siente que ha nacido por y para ese beso, que cambiaría todos los momentos de placer que ha vivido sólo por ese beso, ese beso que lo barre todo, que lo cambia todo. Es un beso largo, un beso intenso. Separan sus labios para no ahogarse aunque a ninguno de los dos les hubiera importando estar siempre así. Cielo vuelve a la realidad, ese beso ha sido sólo un espejismo, Luis la tiene abrazada. Sonríe enamorado, está feliz, satisfecho.

--Mi amor, soy tan feliz –dice él.

Pero Cielo borra a Luis la sonrisa de su rostro con un bofetón. Es un bofetón lleno de rabia y dolor. Le queda hasta la marca de la mano. Luis se queda conmocionado, con la mano en la mejilla. No esperaba esa reacción, se ha quedado sin respiración. Cielo no puede confiar en él, no puede estar segura que para él ella no sea más que un trofeo.

--¡eres un abusivo, ¿¡cómo te has atrevido a hacer algo así?¡ ¡abusar de mí en el peor día de mi vida¡¡Eres una basura, es que eres mucho peor de lo que siempre pensé¡

Luis está aturdido.

--tu, tú me besaste –dice temblando.

Cielo le da un golpe en la otra mejilla con la misma intensidad que antes lo besaba. Luis aún tenía la mano en la otra mejilla, se queda desconcertado. No esperaba ese nuevo golpe. Cielo lo agrede porque no quiere pensar que siente cosas por él, aunque la ha hecho feliz ese beso, aunque se ha sentido reconfortada, prefiere pensar que es un abusivo.

--¡yo nunca te besaría, estoy comprometida y eres el novio de mi sobrina¡¡ ¡si hablas de esto me obligaras a contarles a todos que has abusado de mi¡ ¡No esperaba que me hicieras esto pero la culpa la tengo yo por haber dejado que te me acercaras cuando sé que eres un ser despreciable, un cerdo que sólo piensa en sexo¡ ¡no quiero volver a verte, me das asco, basura¡

Cielo se va alejando de él, el odio que ve en los ojos de esa mujer que le acababa de hacer vivir el mejor momento de su vida es tan inesperado que queda paralizado. La ve irse corriendo y no es capaz de hacer nada. Por un momento pensó que la mujer le correspondía pero ahora no sabe qué debe pensar, no sabe si Cielo tiene razón y él se ha aprovechado de ella. Lo que más le duele es sentir que Cielo lo está odiando y eso le provoca mucha tristeza, mucho dolor. Empieza a dar patadas como loco a las flores que cubren las sepulturas de los suegros que hubiera querido tener, luego se da cuenta que lo que está haciendo es una profanación y hace gesto como si se disculpase con los muertos. Se lleva las manos a la cabeza y se va corriendo. Se monta en su viejo auto y abandona el recinto. Conduce de una manera muy loca, muy rabioso dando golpes al volante. Está a punto de atropellar a un peatón. De hecho es la joven la que tiene que echar a correr para evitar el atropello. Cuando se da cuenta de lo que ha hecho, Luis da un frenazo para asegurarse que la chica está bien. Al darse cuenta que es una de las muchas chicas que nunca le dicen que no, la mira con mucha rabia y le exige:

--¡sube, necesita joder¡

La joven no se puede resistir. Luis es demasiado guapo y así, con malos modos, la excita aún más. Sube en el auto, la primera reacción de ella es intentar besarlo pero después de haber besado a Cielo, Luis no quiere que ninguna otra lo bese.

--¡besos no, chúpamela¡ --dice mientras aparca.

A Luis no le importa si los pueden ver o no. Necesita descargar toda la rabia que siente. De hecho si no fuera porque es ella la que le pone el preservativo con la boca él no pensaría en eso. Es demasiada bronca la que tiene dentro. Necesita explotar. Es muy rápido, brusco. Se descarga en la chica y la echa del coche a empujones. La deja en la calle sin preocuparse de ella. Conduce con velocidad aunque está más tranquilo, relajado. Al llegar a casa se tumba en la cama. Se acaricia los labios y llora pensando en su amada.


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